Este título evoca, sin duda alguna, una de esas clásicas series de los años 80's, llenas de detectives y fiscales en búsqueda de justicia. Sin embargo, en la actualidad, la vida de Juliana, la verdadera protagonista de esta historia, se aleja de la ficción. En lugar de investigaciones y juicios, su jornada transcurre entre libros de derecho y barridos en las calles de Armenia. Su historia es de esfuerzo, sacrificio y sueños que van más allá de lo que parece posible. Como futura abogada, Juliana lucha no solo por su carrera, sino por un futuro que, a pesar de las dificultades, se va construyendo entre rutas de barrido y páginas leídas de los libros de derecho.

Juliana va abriendo su propio camino, más allá de lo que cualquier serie pueda contar, en esta ocasión, como en muchas, la realidad supera la fantasía.

Juliana Ruiz Gutiérrez es un claro ejemplo de perseverancia y dedicación. A sus 26 años, combina la ardua labor como operaria de aseo en Empresas Públicas de Armenia con su sueño de convertirse en abogada. Su vida, aunque llena de sacrificios y desafíos, se construye sobre el firme apoyo de su familia, especialmente de su madre, doña Clara, quien no solo ha sido su compañera de trabajo durante casi tres años en Empresas Públicas de Armenia, sino también su fuente constante de motivación y fortaleza.

Desde que Juliana ingresó a EPA, ha sido testigo del esfuerzo que su madre ha invertido en su labor. Doña Clara lleva más de 12 años trabajando en la empresa de todos, y para Juliana, seguir sus pasos no solo ha sido un aprendizaje profesional, sino también un homenaje al sacrificio y dedicación de su madre. “Lo que más me motiva a seguir adelante es mi mamá. Ella siempre ha sido mi motor, la que me empuja cuando siento que ya no puedo más”, cuenta Juliana con una sonrisa de agradecimiento.

El día a día de Juliana es un verdadero desafío que muy pocos se atreverían a asumir. Se levanta a las 4:30 a.m. para comenzar su jornada laboral a las 6:00 a.m. y trabaja hasta las 2:00 p.m , regresa a su casa para descansar un poco y antes de iniciar su segunda jornada: la universitaria.

A las 5:00 p.m. ya está en las aulas de la Universidad Alexander von Humboldt, donde estudia Derecho con el firme propósito de ayudar a las personas más vulnerables. "Lo que más me gusta de estudiar Derecho es que puedo ayudar a los demás y poner en práctica lo que aprenda y defender a aquellos que no tienen los recursos para contratar un abogado", explica con convicción.

Este ritmo de vida, que combina trabajo y estudios, no es fácil. Las largas horas de trabajo, el cansancio acumulado y los retos académicos podrían desmotivar a cualquiera, pero Juliana ha encontrado la forma de mantenerse firme. "A veces me trasnocho, me acuesto a la 1 o 2 a.m. para madrugar nuevamente, pero lo hago porque sé que estoy invirtiendo en mi futuro", asegura con determinación.

El apoyo de Empresas Públicas de Armenia ha sido crucial en su proceso. La empresa ha demostrado ser más que un lugar de trabajo; ha sido un verdadero aliado en su desarrollo académico.

Durante su primer semestre, EPA le otorgó permisos para asistir a clases, ajustando su horario laboral para que pudiera llegar puntual a sus clases en la universidad Alexander von Humboldt. Este gesto no solo habla de la flexibilidad y comprensión de la empresa, sino también de su compromiso con el bienestar y el crecimiento de sus empleados.

"El primer semestre, cuando tenía clases los sábados, la empresa me permitió salir de la ruta a las 8:40 a.m. para llegar a tiempo a la universidad. Es un detalle que no olvidamos, porque es la oportunidad que me da la empresa para estudiar y avanzar en mi carrera", comenta Juliana, quien se siente profundamente agradecida por este tipo de apoyo.

Además de ser su fuente de motivación, su madre, doña Clara, ha sido testigo y parte activa de su proceso. "Yo me siento supremamente orgullosa de lo que ella hace, porque es ella misma quien está pagando su carrera. El esfuerzo que ella hace es impresionante", dice doña Clara con sus ojos llorosos.

El amor y el apoyo entre ambas es palpable. "Donde usted vea a Juliana, verá a la mamá. Siempre estamos juntas", comenta doña Clara, con una sonrisa orgullosa. Para ella, el logro de su hija no solo es un triunfo personal, sino un reflejo del esfuerzo y la dedicación que ambas han puesto en su vida. "La gran bendición de mi vida es ella. Le pido a Dios que me dé la oportunidad de verla graduada. Ese día lloraré lo que no está escrito", agrega con emoción y se le ve un par de lágrimas rodando por su mejilla.

El sueño de Juliana de convertirse en abogada y cambiar la vida de aquellos que no tienen acceso a la justicia es un reflejo de su compromiso con su comunidad y su familia. Para ella, la perseverancia es clave, y sabe que, con el apoyo de Empresas Públicas de Armenia y su familia, puede lograrlo. "No les voy a mentir, es difícil, pero lo hago porque sé que esto me va a dar una calidad de vida diferente en el futuro", concluye Juliana con una sonrisa, sabiendo que su esfuerzo no solo la lleva a cumplir su sueño, sino que también inspira a quienes la rodean.

Esta historia de superación, apoyo y sacrificio no solo muestra el camino de Juliana hacia sus metas, sino también el rol fundamental que juega Empresas Públicas de Armenia en la formación de sus empleados, ayudándoles a crecer personal y académicamente. La empresa no solo se preocupa por la eficiencia en su labor, sino también por el bienestar y desarrollo de las personas que la componen. Así, Juliana es un claro ejemplo de que, con esfuerzo y apoyo, los sueños pueden convertirse en realidad.

Comunicaciones EPA ESP.